TRAMOS DE CUENTOS:
EL SEÑOR MATUTE
El señor Matute acaba de levantarse.
Mira por la ventana del comedor y llueve. Es un día triste de otoño; las hojas de los árboles caen lentamente con la lluvia. Se coloca un suéter, arriba una campera, toma el paraguas y sale de su casa. Camina directamente a esperar el micro que lo trasladará
a su trabajo, y como siempre, al llegar a la parada compra el periódico. Una vez que lo tiene en sus manos lo primero que observa es la chica de la contra tapa. Mira la foto una y otra vez, luego hace un gesto con su cara, balancea su cabeza y dice:
-¿No tendrá frío la chica haciendo toples?-lo mira fijamente al canillita mostrándole la página. Sus ojos negros resplandecen.- ¡La verdad que sí!-contesta el diariero con apacible sonrisa.-
Es que claro, él señor Matute quiere hablar. Vive solo, come solo, duerme solo. Tiene más de cincuenta y siete años y sigue soltero. Entonces apenas se encuentra con alguien comienza a charlar y el primer conocido en toparse es el diariero. Y de paso, observa entusiasmado la nueva modelo destacada por el diario.
Así se inicia el diálogo de todos los días, primero hablar de la chica y después pasarse un rato hablando de todo un poco, hasta que llega la combi que lo llevará a Ezeiza y se va. Después que sube, lo esperará un viaje de casi una hora desde la ciudad de Morón hasta el aeropuerto….
EL LOCO
Enloquecía de apoco, como enloquecen los locos: su mirada extraviada, la lentitud del habla, sus pensamientos pausados y compulsivas chácharas hablaban de él. Todos nos dábamos cuenta lo que podía suceder. Juan, o Juancito, cómo decíamos algunos que lo apreciábamos más, hacía varios años trabajaba en el aeropuerto de Ezeiza. Había ingresado cómo maletero y así estuvo un buen tiempo, pero al acentuarse su vida en una frenética nube de medicamentos, hizo que la jefatura decidiera cambiarlo de sector. Es que claro; resultaba peligroso para su físico el lugar dónde estaba: “la cinta de arribos”. Destinado ahí, él como sus compañeros debían bajar las maletas de los containers recién arribado los vuelos, depositarlos en la banda giratoria, para luego esperar que sean retirados dentro del hall por los pasajeros. Esta tarea no solo era peligrosa para Juan porque se podía lastimar, enganchar con los carros, o hacer fuerza inhumana, sino que además, no estaba en condiciones de ayudar a sus compañeros que debían esforzarse por él. Entonces se decidió enviarlo a otro sector denominado “la puerta”. Y así, con otra tarea más tranquila en el hall del aeropuerto o en la famosa puerta; debía ayudar a pesar las maletas de los pasajeros, observar que no se caigan….
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